Cómo hacer queso fresco casero
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El queso fresco es un alimento muy popular, pues en su variedad de queso de Burgos está presente en todas las grandes cadenas de establecimientos de alimentación, y además goza de campañas de publicidad potentes y continuas.
Tiene un sabor suave y pocas calorías, lo que hace que sea muy atractivo como parte de las dietas de adelgazamiento o de dietas normales pero que eviten adquirir mucho peso. En realidad, hay muchas variedades de queso blanco, y los más conocidos son, aparte del burgos, el de Villalón, el requesón, el quark, la mozarella, el feta, el ricota, el mascarpone, o el cottage inglés.
El queso fresco se produce de varias maneras, a partir de leche de vaca, aunque también se prepara con leches de oveja o cabra, incluso de otros mamíferos en distintas partes del mundo, ya que es el queso más básico y sencillo de conseguir.
Es habitual utilizar lo que se llama coagulación ácida, a base de cuajo, zumo de limón o bacterias específicas, lo que al fin y al cabo provoca que la lactosa -el azúcar de la leche- se convierta en ácido láctico y este coagule las proteínas lácteas transformándose en elementos más simples y más digeribles, sólidos, resultando en lo que conocemos en el mundo de los alimentos como queso.
Este es el método tradicional, pero la industria utiliza otros más complejos, como la ultrafiltración. La leche se va pasando por filtros que retienen la grasa y las proteínas. Después se introduce en los envases, donde se añadirá cuajo, que formará el queso fresco en ellos, pasando a la refrigeración y venta. A continuación te mostramos cómo hacer queso fresco casero de la forma más fácil posible, sin cuajo y sin reposos largos.
¿Que necesitas para hacer queso fresco casero?
- 1 litro de leche fresca pasteurizada
- 45 mililitros de zumo de limón
- 1 cucharadita de sal
- ½ yogur natural
- 2 cucharadas soperas de nata líquida
- Una olla alta
- Un colador grande
- Una gasa grande
- Un bol grande
Instrucciones para hacer queso fresco casero
- Calentar la leche. Pon la leche, que no puede ser de tetrabrik, sino que debe ser fresca y pasteurizada, que también hoy en día se puede encontrar en las zonas refrigeradas de los supermercados, en una olla. El fuego debe ser muy lento, para que poco a poco se vaya calentando hasta que se levanten burbujas de comienzo del hervor. En ese instante, la retiras del fuego y la dejas enfriar durante veinte minutos.
- Añade limón. Una vez que se ha enfriado por el tiempo señalado, añade el zumo de limón, y enríquece la mezcla con un yogur y la nata. Mezcla todo bien y deja que repose todo durante diez minutos.
- Calentar de nuevo. Tras este reposo lleva la olla de nuevo al fuego y ahora le das intensidad media, y la calientas hasta que veas que la leche se corta y se separa en dos partes, una líquida y otra sólida. Apaga el fuego. Pon ahora la sal y remueve bien todo junto.
- Colar y drenar. Ahora, toma un colador grande y le colocas una gasa que lo cubra totalmente. Vierte la mezcla y haces un hatillo con la gasa, atando las cuatro puntas. Déjalo drenando el suero sobre el colador y la olla, durante un tiempo de al menos treinta minutos -perfectamente puede estar el doble de tiempo- pero guardado en la nevera.
- Dale forma. Si quieres darle forma, una vez drenado, pon el queso fresco en una tarrina de plástico acorde a la cantidad que te haya salido de queso, como una de margarina vacía y limpia. Para consumir, pásalo a un plato.
Consejos para hacer queso fresco casero
- Es importante que el queso fresco siempre lo tengas refrigerado en la parte más fría del frigorífico, a una temperatura que no supere los cuatro grados. Dado que este queso tiene mucha agua en su composicón, se estropea con facilidad, por lo que deberás consumirlo en unos pocos días.
- Dada su suavidad de sabor, este queso se puede tomar en combinaciones tanto saladas como dulces. Lo puedes tomar con un poco de aceite de oliva virgen y pimienta negra molida, con rodajas de tomate, o lo puedes usar en una ensalada, o en dulce, lo puedes comer con dulce de membrillo, o con miel, frutos secos o mermeladas, así como para hacer tartas de queso. Es muy versátil y lo puedes poner en desayunos y meriendas y como tentempié poco calórico a cualquier hora.
- El queso fresco tiene proteínas de gran valor biológico, calcio que se asimila con facilidad, y minerales necesarios como puede ser el magnesio y el fósforo. Además posee vitaminas A, B y D, muy necesarias en la alimentación diaria. Tiene poca grasa y por tanto ayuda a llevar una dieta apropiada.