Cómo superar el miedo a volar

Cómo superar el miedo a volar, he ahí un problema al que miles de viajeros se enfrentan diariamente en todos los aeropuertos del mundo, a los que hay que añadir a los otros miles que ni siquiera se plantearán acercarse a un avión dada su fobia a viajar sin sentir de alguna manera la tierra bajo sus pies.

Hay muchos personajes conocidos a los que el miedo a volar les ha influido en sus carreras profesionales y en sus vidas, y a veces sacando provecho de aquel refrán que dice que no hay bien que por mal no venga. Un gran miedoso ha sido Gabriel García Márquez, que escribió en una ocasión un artículo en el que disertaba con gran humor sobre su fobia, y que mencionaba a otros artistas como Pablo Picasso o Luis Buñuel como grandes temerosos del avión.

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Otras personalidades han sido o son Aretha Franklin, Lenny Kravitz, Juanes, Jennifer Anniston o Sylvester Stallone y Bruce Willis. El miedo a volar está más extendido de lo que se pudiera pensar, y tiene su base lógica, pues al fin y al cabo, el ser humano carece de alas. Se podría alegar que vamos en coche, por ejemplo, sin tocar con nuestros pies el suelo y en una máquina que alcanza velocidades en absoluto naturales ni humanas, pero esto no convence demasiado a quienes padecen el miedo a volar. De todas maneras, te vamos a dar unos cuantos datos y consejos para que al menos, si tienes que volar, lo hagas teniendo ese miedo bajo control.

Plane flying at sunset.

1 en 11 millones

Esa es la probabilidad de morir en un accidente aéreo, o lo que es lo mismo, un 0,000001 por ciento, lo cual representa que es más fácil que te caiga una cornisa que la posibilidad de sufrir un siniestro en un vuelo. Además, los accidentes están presentes en todo tipo de transporte, ya sea el automóvil, el tren, el barco, o incluso la bicicleta, y de cualquier tipo de gravedad. Se ha hecho un cálculo, por el cual, para que una persona sufra un accidente aéreo, debería volar cada día durante más de 3.800 años.

Otras actividades más arriesgadas

Te puede ayudar aprenderte de memoria varias estadísticas sobre la posibilidad de tener un accidente o de morir como resultado, comparando unas actividades y transportes con otras, para que interiorices el hecho de que te puedes sentir plenamente seguro o segura en tu viaje aéreo. Por ejemplo, el gran medio de transporte en todo el mundo: el coche, una de las tres grandes causas de muerte en el mundo industrializado. Las probabilidades de morir en un accidente automovilístico son de 1 en 5.000, es decir, la parte más peligrosa de tu viaje en avión es la de la ida y la vuelta del aeropuerto en coche, taxi o autobús. Compáralo con las del avión, 1 probabilidad en once millones. Pero observa otras probabilidades de morir por diversas causas: por intoxicación alimentaria, 1 en 3 millones de posibilidades; y muchísimas más de que te muerda una serpiente, te caiga un rayo, o incluso de que te caigas en el camino de entrada al propio avión o si eres zurdo, de tener cortes o fracturas graves al usar herramientas o útiles para diestros.

Miedo del por qué

El miedo se dispara ante los movimientos y advertencias que se nos dan una vez sentados en nuestro asiento. Pasan cosas y no sabemos por qué. ¿Por qué se acelera el avión en un momento? ¿Por qué me zumban los oídos? ¿Por qué se pliegan las alas? ¿Por qué hay que tener los cinturones abrochados? ¿Son peligrosas las turbulencias? No saber el motivo de lo que ocurre cuando un avión inicia el vuelo, y durante su transcurso, acrecienta el temor irracional. Por eso será un alivio conocer la respuesta de esas preguntas y de otras similares.

El avión se acelera mucho porque necesita de una gran velocidad para despegar; los cinturones se deben de abrochar para que ningún pasajero salga despedido de su asiento, igual que el equipaje de mano debe estar en compartimentos bien cerrados, porque el avión despega en un ascenso lo más vertical posible, en un gran ángulo respecto al suelo; los oídos se taponan debido a la diferencia de presión según se va alcanzando altura, la cual va cambiando hasta llegar a la programada por la tripulación; y las alas se pliegan, o alguna de sus partes, porque es un requerimiento técnico perfectamente normal en el pilotaje de un avión.

Las turbulencias son los movimientos del avión al pasar entre masas de aire que tienen distinta dirección y velocidad, pero el avión está plenamente preparado para pasar sobre ellas. En realidad, es lo mismo que un camino pedregoso para un automóvil. Las turbulencias no son peligrosas para el vuelo, y el avión pasa por ellas sin más molestias que el efecto de movimiento. En todo caso, el mayor peligro es que se caiga algún equipaje o personas que estén de pie, y en los casos de mayor vibración.

Controlar la ansiedad

Una de las sensaciones que causan ansiedad cuando se va a volar, o ya en el avión, es saber que no se tiene control, pues este está en manos de la tripulación, a la que ni siquiera vemos físicamente. Cuando se conduce un automóvil, se pueden atravesar situaciones de peligro, pero la persona conductora piensa que en el último momento puede dar un volantazo, o irse al arcén, etc. Evidentemente, es una sensación, pues la realidad nos indica que en absoluto eso es garantía de no sufrir un accidente.

Por eso, viajar en avión es como ir de pasajero en un coche, y al igual que uno tiene más confianza si ve que el conductor se muestra seguro, tranquilo y dentro de las velocidades apropiadas, puedes tener confianza observando a las azafatas y azafatos de cabina. Se mueven con tranquilidad, y cuando es necesario, por ejemplo, cuando hay una turbulencia, se sientan y se atan los cinturones.

Integra en tu vida cotidiana la práctica de ejercicios relajantes, como puede ser el yoga o la meditación, o para relajar los músculos, como los del hombro o el cuello. Si de forma regular buscas la relajación, te será bastante sencillo hacerlo cuando tengas que viajar en avión.

También puedes practicar ejercicios de respiración, para conseguir controlarla y hacerlo de manera pausada, respirando hondo y espirando lentamente, con el abdomen. Puedes consultar tanto a tu médico como en internet diversas tablas de ejercicios de respiración. Búscalos dentro de DonComo.com.

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Ala, pasillo y vuelos directos

Una decisión que si puedes tomar es estar en el aire el menor tiempo posible, tomando un vuelo directo en lugar de otro con transbordos. También puedes elegir un asiento que sea de pasillo y no de ventanilla, pues a quien le da miedo a volar, es fácil que le dé vértigo e incluso terror mirar por la ventanilla y ver tanto espacio vacío por debajo y alrededor. Es como dice el refrán: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Y puedes elegir un asiento al lado de las alas del avión, pues es el sitio donde menos se sienten las turbulencias y a la vez te sentirás más seguro al tener más fácil la salida. Por el mismo motivo, puedes sentarte en una butaca cercana a una salida de emergencia.

De la misma manera, otro truco psicológico es que vayas en un avión grande en lugar de uno pequeño, para lo que deberías consultar los detalles del viaje por si tienes esa alternativa. De igual manera, viajar de día puede que te resulte menos estresante que hacerlo por la noche.

Igualmente puedes intentar viajar en un periodo horario en el que el trayecto vaya a tener el mejor pronóstico meteorológico posible, y sobre todo, con las menores turbulencias, consultando con la compañía, las agencias del tiempo u otras fuentes.

Ve con antelación al aeropuerto

Acude con más tiempo de antelación al aeropuerto que el requerido, que ya de por sí es de un par de horas al menos. Si vas más pronto, evitarás la sobrecarga de estrés que significan las prisas de facturar el equipaje, ir corriendo de acá para allá hasta las puertas de embarque, o pasar por las máquinas automáticas, preguntar dónde están los sitios. Un aeropuerto en una gran ciudad acostumbra a ser de un tamaño bastante extenso, por lo que tendrás que caminar bastantes minutos de un lugar a otro, y la mayoría de la gente no conoce como se distribuyen las oficinas de las aerolíneas, los puntos de embarque, los de facturación, las cafeterías, los lugares de descanso…

Si vas antes, o mejor incluso, si vas en otra ocasión sin la presión de que vas a subir a un avión, te familiarizarás con ese entorno, conocerás las diversas dependencias y observarás los usos y normas que se exigen en estos recintos, por ejemplo, de seguridad. Así, por ejemplo, ya no te causará ansiedad tener que quitarte el cinturón y sacar todos los objetos metálicos de los bolsillos, los escáneres de las maletas, o que no puedas pasar líquidos a la zona de embarque. Todo lo que es nuevo para un pasajero poco habituado al avión y a los aeropuertos se convertirá en algo normalizado, contribuyendo a que el miedo a volar se reduzca.

Ropa cómoda y pasatiempos

Cuando viajes en avión, ponte ropa cómoda que no te apriete, ya sea el cinturón, los zapatos o la chaqueta, evitando así un factor de incremento de tu ansiedad, debido a la incomodidad. Si es invierno, guarda abrigos y trenkas con el equipaje de mano.

Llévate todo tipo de pasatiempos, desde películas para ver en el ordenador portátil a revistas de tu agrado, sobre todo de humor. El humor es una estupenda herramienta de rebajar la ansiedad.

Si el miedo a volar es un obstáculo con síntomas llamativos, o crees que es superior a tus fuerzas, consulta con un profesional de la psicología, que te acompañará en el proceso de abandonar la ansiedad ante los viajes por avión.

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