Cómo entender la leyenda del anillo de Giges

Somos aquello que se dice que somos. O aquello que podamos fingir que somos. Vivimos en una sociedad sumergida en el consumismo y la autocomplacencia, volcada a mirar todo indicio de alto valor: poder adquisitivo, prestigio, nivel de influencia, conexiones, fama, renombre, estatus en general que nos permita categorizar a alguien y, por lo tanto, juzgar su valor como individuo.

De esa manera entre mayor valor obtengas ante la mirada de otros, mejor percepción y más beneficios al adquirir los favores de otros, no obstante si sucede el caso contrario donde el valor disminuya, tus estatus social y beneficios también se verán disminuidos. Es cruel.

Ante esta realidad, cruel y lamentable pero muy cierta, existe dos vías a tomar: sobrevivir con lo que se tiene y conformarse con llevar una vida tranquila y pacífica, pero sin grandes beneficios, o arriesgarlo todo, sin conocimiento del resultado, sin certezas o seguridades de lo que vaya a suceder.

Es así como sucede en el reino animal, sean presas o depredadores todos sobreviven, pero unos pocos luchan por mejorar su calidad de vida, por elevar su nivel en la jerarquía al obtener el derecho de aparearse con las hembras, las mejores porciones de alimentos, el dominio de un territorio o la toma de decisiones ante el resto del grupo, aun cuando pueda perder la vida por mantener su estatus. Y ante esta búsqueda también sucumbimos nosotros: muchas veces terminamos haciendo lo impensado por obtener una ventaja económica, de pareja o social, pero muchas veces de forma poco ética.

Bien lo dijo Zun Tzu “el arte de la guerra se basa en el engaño” y se trata de una medida implacable para persuadir al enemigo. Cuando no tenemos herramientas suficientes para emprender la aventura del riesgo, muchas veces nos podemos valer del engaño. Giges, rey de Lidia, adquirió una herramienta tan eficiente, un poder tan enorme para la consecución de sus deseos y elevarse por encima de todos: un anillo.

Esta herramienta simbólica saca a relucir su verdadera naturaleza, sus ambiciones y lo transforma en un oportunista cuya capacidad de manipulación fue tan grande como su habilidad de ocultarse a la mirada de la justicia.

A veces no necesitamos un anillo para actuar como Giges, e incluso el propio Giges histórico tampoco pudo obtener un anillo mágico en realidad y entonces hablaríamos de simbolismo en el mito, es decir, de significados ocultos.

Fingir una falta para obtener un penal en un partido de fútbol, hacerse la víctima para evitar una amonestación mayor, aceptar sobornos y esconder ese dinero ilícito en los paraísos fiscales, jugar con los sentimientos de culpa de otras personas para obtener de ellos un favor ¿te resultan conocidos estos ejemplos?

Instrucciones para entender la leyenda del anillo de Giges

Resulta curioso que la representación de la justicia sea el de una mujer ciega sosteniendo una balanza. Pero esto se refiere a la imparcialidad, a sopesar la evidencia y a no involucrar la emotividad innata y humana en asuntos que requieren de un enfoque objetivo casi matemático.

Durante un debate sobre el sentido de la justicia y de cómo, según Glaucón, no existe nadie que por naturaleza sea justo, él mismo expone que el justo es justo por necesidad y por miedo al castigo.

¿Que necesitas para entender la leyenda del anillo de Giges?

La leyenda del anillo de Giges cuenta lo siguiente: un pastor llamado Giges un día tras un terremoto en la región donde solía llevar acabo su faena de pastoreo, observó una enorme grieta en la tierra por lo cual con curiosidad vio que abajo había un caballo de bronce, de enorme tamaño, tras lo cual decidió averiguar. Observó que dentro del vientre del caballo de bronce se encontraba un cadáver de un individuo de naturaleza no humana totalmente desnudo y con un anillo de oro puesto en uno de sus dedos. Cautivado, Giges le arrebató el anillo al cadáver y se fue.

En una reunión de pastores para rendir cuentas ante el rey, Giges giró el anillo con la gema hacia abajo y se hizo invisible. Notó que sus colegas pastores hablaban de él como si no estuviera él allí presente. Volvió a girar el anillo y se hizo visible de nuevo. Comprobó el hecho otras veces hasta convencerse de que el anillo tenía el poder de hacerlo invisible a la mirada de los demás, razón por la cual vio en esto una oportunidad: la oportunidad de alcanzar todas sus ambiciones sin tener que pagar el elevado costo de ser juzgado por ello.

Por tal razón, se hizo informante del rey, sedujo a la reina y la convenció de deshacerse de su marido y así se erigió como rey de Lidia apoderándose del reino.

La injusticia es un hecho cotidiano sea que nos guste o no. La leyenda del anillo de Giges plantea un dilema moral donde presupone que quien obra de manera correcta y justa lo hace por temor al castigo, pero que una vez tenga la oportunidad de no ser visto puede cometer toda clase de atrocidades para su propio beneficio.

Consejos para entender la leyenda del anillo de Giges

El anillo como símbolo plantea una incógnita ¿Qué significa? Si Glaucón expuso que un hombre justo puede llegar a ser injusto una vez que no sea visible por miedo, el anillo en un ámbito humano puede simbolizar el engaño, la mentira y el fingimiento.

Porque en realidad ¿de qué manera podemos cometer mayor injusticia y hacernos invisibles si no es a través del engaño? un vendedor a través del engaño manipula a su cliente para que adquiera una póliza de seguro más cara y así pueda cobrar una sustanciosa comisión por ello; o el caso de la infidelidad como engaño a la pareja cuyo incremento de placer acarrea un riesgo; o el político o funcionario que a escondidas acepta sobornos y busca cómo ocultar esas ganancias.

La mano de Dios, ese gol polémico que le hizo ganar un mundial a Diego Armando Maradona, fue un gol proveniente del ingenio y del engaño. El cálculo que tuvo sobre la posibilidad de riesgo tuvo una enorme recompensa.

El planteamiento de la ética y la moral como individuos es que resulta ambigua: la mayoría de los delitos, de las estafas, robos y desfalcos suceden en circunstancias poco o nada documentadas, es decir, ocultas a la mirada ajena. El otro método común con el que solemos tropezar es que la mentira como arma invisible distorsiona aspectos importantes de la información que recibimos modificando nuestra percepción general sobre algo. Quien engaña lo hace para su propio beneficio.

¿Sabías que?

Los caballos en las historias y mitologías griegas tienen una tendencia a reforzar la idea del engaño: en el mito del anillo de Giges, el anillo fue encontrado en el vientre de un caballo casi igual que el Caballo de Troya cuyo vientre ocultaba la caída de la mítica ciudad.

La naturaleza de Giges tiene paralelos con la historia del rey David bíblico: ambos fueron pastores, ambos ambicionaban convertirse en reyes, ambos derramaron sangre, aunque los métodos empleados en ello fueron distintos.

El personaje de Claudio en la tragedia de Hamlet de William Shakespeare, puede parcialmente estar basada en la corrupción que personifica Giges.

Por una sociedad sin anillos de Giges

Si bien el mito plantea una situación fantástica, los hechos por estadística revelan que existen tantos anillos por habitantes alrededor del mundo. Así que ¿Qué sería lo mejor que pudiéramos hacer? Quien quiera cambiar al mundo, debe primero cambiarse a sí mismo.

  • Contribuyamos a predicar con el ejemplo: seamos esa sociedad que deseamos tener demostrando que somos individuos confiables y auténticos.
  • Que la base de nuestras relaciones esté apegada a la verdad por encima de todo.
  • No incurramos en las tentaciones: la posibilidad de obtener dinero fácil, una ventaja sobre algo u otra forma de beneficio debe supeditarse a la férrea búsqueda de una conducta justa e intachable.
  • Recuerda que quien miente, se mienta. La peor forma de engaño es la que se inflige a uno mismo.

Por lo tanto, todos deseamos un mundo mejor, pero ¿Qué tan dispuestos estamos a esforzarnos y contribuir por ello?

  

 

 

 

 

 

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