Qué es la argumentación
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Cuando se nos pide nuestra opinión sobre algún asunto, es fácil decir si estamos en contra o no o manifestar lo que pensamos al respecto, ya que esto está relacionado con nuestros valores, nuestra personalidad y nuestra manera de ver el mundo.
Sin embargo, la situación podría tornarse más compleja cuando se nos pide que expliquemos o argumentemos por qué opinamos de esa manera. En este caso, es necesario respaldar nuestras palabras con un fundamento sólido. Si tenemos dudas al respecto, no lograremos nuestro objetivo de convencer a otros.
Cabe destacar que esta situación no es un suceso aislado. Todos los días nos enfrentamos al reto de tomar diferentes decisiones, las cuales debemos respaldar con palabras.
Con una buena argumentación podemos hacer que otros apoyen nuestras creencias, opiniones y teorías. También, logramos que quienes están en contra, al menos reconsideren las posibilidades, pues las ideas se presentan de forma lógica y coherente. De manera que el esfuerzo vale la pena.
Ahora bien, no nacemos con la capacidad de argumentar. Esta es un arte que se desarrolla con el paso del tiempo y que amerita estudios, reflexión, un vocabulario nutrido y mucha seguridad.
Esta habilidad es muy útil en diferentes situaciones y campos de la vida. Por ejemplo, si trabajamos en el mundo de las ventas y el marketing, si estudiamos una carrera universitaria o si trabajamos directamente con el público.
En vista de lo útil que es esta habilidad, ¿te gustaría cultivarla? Para ello, no solo es necesario estar al tanto de la manera de hacerlo, también debes conocer el significado concreto de lo que es argumentar, cuál es su importancia en nuestra vida, los tipos de argumentos que existen, etc.
Luego de conocer estos aspectos básicos, te mostraremos cómo puedes argumentar exitosamente, de manera que logres persuadir a las personas.
Instrucciones
La argumentación juega un papel muy importante a la hora de relacionarnos con otras personas. A través de la interacción que se produce aportamos información. Es decir, indicamos lo que queremos o lo que nos parece que está bien y damos a conocer cuáles son nuestras opiniones.
Al mismo tiempo, la argumentación nos da la oportunidad de discutir. Cuando hablamos de discusión nos referimos a un diálogo en el que los participantes, que tienen posiciones contrarias, las exponen de forma respetuosa. Si todas las personas estuviesen de acuerdo, entonces no habría un enriquecimiento mediante el uso de la argumentación.
En ocasiones, también se usa para establecer reglas. Es decir, para tomar decisiones que definen procesos. Tal es el caso a la hora de establecer las reglas de la casa, las de la oficina, la de una institución y hasta las de una asamblea.
La argumentación también se usa para defender o condenar. Esta práctica es común en el ejercicio que realizan los abogados. Cada uno da una premisa, ya sea inocente o culpable. A partir de allí, comienzan a aportar todas las pruebas para justificarlas, las cuales buscan que el juez dicte una sentencia que esté a su favor.
Más comúnmente se usa para convencer. Se trata de un discurso retórico que sostiene una premisa. Para lograr la persuasión es necesario que se den razones que justifiquen que lo dicho es cierto. Esta técnica se usa a diario, para convencer a la pareja, a los padres, a un cliente, al profesor, etc.
Ahora bien, la clave del éxito está en la buena preparación. Pero, ¿qué otras cosas se deben hacer para mejorar la argumentación? Lo estaremos viendo a continuación.
Que Necesitas
La palabra Argumentación proviene del latín y alude al modo cómo una persona razona para demostrar o persuadir a una persona a creer, lo que afirma o niega. De este concepto surge lo que es conocido como la teoría de la argumentación, la cual se refiere al estudio de la manera en cómo se obtienen conclusiones valiéndose de la lógica.
Según esta teoría, los procesos comienzan cuando existe una conclusión o tesis sobre la que se pretende argumentar. A esta conclusión se llega mediante premisas. A su vez, el vínculo entre las premisas y la conclusión debe hacerse evidente gracias a los argumentos.
En la antigüedad, la argumentación era el objeto de interés de quienes deseaban cultivar el arte de hablar y de escribir de manera persuasiva. Hoy día, ha cobrado auge debido a los medios de comunicación, en vista del impacto que tienen en la sociedad. En este campo encontramos las campañas publicitarias y los discursos políticos.
La argumentación se puede presentar de manera oral o escrita. Permite justificar con el propósito de poder obtener dos resultados, ya sea persuadir a la persona para que haga lo que se desea o transmitir un conocimiento verdadero, el cual posee fundamentos sólidos y bases de entendimiento.
La argumentación está relacionada con el debate y la negociación e intervienen dos o más partes. Por lo general, las personas se valen de esta herramienta para proteger lo que son sus intereses e ideas sin desestimar las del otro.
Se encarga de estudiar las distintas racionalizaciones hechas por cada individuo para justificar las decisiones que pudieron haberse tomado de manera irracional.
Claro, no debe entenderse que la argumentación es solo la afirmación de algunas opiniones, tampoco se trata de una simple disputa. Más bien, lo que busca es apoyar las opiniones con razones.
Es importante que los argumentos sean coherentes y consistentes, sin contradicciones. De otra manera no serían argumentos. Ahora bien, ¿cuáles son los elementos que intervienen en este proceso? Lo estaremos viendo ahora mismo.
Elementos de la argumentación
Esta acción se produce en una situación comunicativa particular en la que intervienen al menos tres elementos:
- El emisor: se trata de la persona que lleva a cabo la argumentación. A veces, este sujeto podría permanecer en el anonimato. Esto es lo que ocurre en el caso de la gran mayoría de los anuncios publicitarios.
Algunos aspectos que añaden fuerza a la argumentación están relacionados con el emisor y son: su naturaleza, su prestigio o su descrédito.
Se espera que el emisor se exprese de manera sencilla, ordenada y que pueda adaptarse a las circunstancias en las que se encuentra. Debe exponer sus ideas basándose en su experiencia personal y en la opinión de los especialistas. Claro, siendo lo más objetivo posible.
- El destinatario: no es más que la persona o grupo de personas hacia los que se dirige la argumentación. Es decir, puede tratarse de una sola persona o de un grupo. Asimismo, puede ser una persona conocida o un conjunto potencial de receptores que son desconocidos para el emisor.
- El modo de comunicación: este tiene mucha incidencia en el carácter público o privado de la argumentación, así como en la presencia o ausencia física del destinatario mismo y la posibilidad de réplica por parte de este, entre otras cosas.
Se podría decir que la argumentación ha sido eficaz, cuando el emisor ha logrado que el destinatario adopte uno de los puntos de vista que ha defendido, o cuando ha modificado su comportamiento, según el objetivo que se había trazado.
Para que esto suceda, el emisor debe tener en cuenta las características del destinatario y los factores que están relacionados con el modo de comunicación. De manera que estos tres elementos son la clave para el éxito a la hora de argumentar. Pero, ¿cuál es la importancia de la argumentación?
Consejos
- Lo primero que tienes que hacer es formular tu opinión. Si lo que deseas es convencer, entonces debes tener clara cuál es tu posición.
- Lo siguiente será justificar tu opinión. En este aspecto es necesario responder preguntas, como por qué o para qué. Así estarás despertando la curiosidad o la duda razonable en la otra persona.
- Para poder justificar es necesario que prepares datos que sean confiables, objetivos y concretos. Estos pueden ser estadísticas, estudios, investigaciones o hechos. Al seleccionar artículos debes ser prudente y leer con detenimiento, ya que algunos han sido duramente criticados.
- Utiliza un vocabulario que transmita seguridad. Evita expresiones como: posiblemente, tal vez, quizás, seguramente, entre otras. Ya que solo lograrás despertar una postura de alerta entre tus oyentes y generarás dudas sobre lo que dices.
- Simplifica tus teorías. Que estas no sean muy complicados o abstractos. Mientras más simples y claros sean, más valiosos serán para tu interlocutor.
- Utiliza ejemplos prácticos. Esto puede ser difícil, dependiendo del tema del que estemos hablando. No obstante, también son válidas las experiencias que hayan tenido otras personas o empresas.
- Muestra cuáles son los beneficios. Da respuesta a estas sencillas preguntas: ¿qué aporta tomar esta decisión? ¿Para qué es importante? Para ello, toma en cuenta cuáles son los posibles objetivos o intereses de la otra persona. Al prometer un resultado satisfactorio, estarás consiguiendo su apoyo.
- Al hablar adopta una postura recta, esto demuestra seguridad y ayuda a orientar a la persona con la que hablas. Sé positivo al hablar, en especial al hacer tu introducción, esto será de mucha utilidad para poder conectar con tu interlocutor.
- Transmite entusiasmo con tu voz y con tu lenguaje corporal. Olvídate de la perfección, bastará con que tu voz suene amable. Transmite que el tema tiene mucha importancia para ti y que estás convencido de lo que estás diciendo, solo así lograrás convencer a los demás. Por ello, tus argumentos necesitan ser sólidos.
La fuerza persuasiva de tus argumentos va a depender de tu conciencia interna y del grado de aceptación que tengas de la premisa que apoyas. Se puede decir que un argumento es consistente cuando está bien construido y puede ser utilizado para defender una tesis.
- Por otra parte, es necesario que muestres respeto por la contraparte de tu tesis. Mucha que entiendes su posición y no pierdas los estribos para que la discusión no se torne acalorada.
- Trata de no sonar altivo, arrogante o prepotente al aportar tus argumentos. Lograrás mucho más al ser claro y humilde. De hecho, estas cualidades pueden provocar un cambio definitivo en la manera de pensar de quien te escucha. Así, se cumple muy bien lo que dice un refrán popular, de que se atrapan más moscas con miel que con vinagre.
- Finalmente, nunca asumas que tu interlocutor sabe lo que quieres decir. No des por sentado que te están entendiendo. Esto puede hacer que te confíes y que comiences a hablar usando términos ambiguos, lo que se considera como indigno para la manifestación del pensamiento crítico y para la comunicación en general.
En vista de la importancia de la argumentación, es un arte que vale la pena cultivar. Claro, debes tener presente que esto no se logra de la noche a la mañana. Tendrás que practicar mucho y entrenarte para ser mejor cada día, más convincente y persuasivo, sin importar cuál sea el oficio al que te dediques, ya que también es útil en nuestra vida cotidiana.