Resiliencia: Qué es y Significado
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La resiliencia es la capacidad que tenemos todos los seres humanos para adaptarnos a las adversidades. La palabra resiliencia deriva del latín resilio, cuyo significado es “volver atrás”. Este término, asociado a la psicología, hace referencia a la capacidad de afrontar las penalidades por medio de recursos que el individuo desconocía que poseía hasta el momento.
La palabra resiliencia lleva utilizándose desde hace años en el mundo de la psicología. Sin embargo su significado ha ido variando a partir de los años 60. Inicialmente se consideraba una capacidad innata al ser humano. Es decir, que no tenía por qué estar asociada a su entorno y que no tenía por qué estar presente en todas las personas. Pero con el devenir del tiempo, muchos psicólogos han considerado que hay diferentes factores que afectan a esta capacidad de respuesta humana. Entre los principales factores se encuentran:
- El entorno en el que se desarrolla una persona.
- Los factores culturales que le rodean.
- Los factores tanto familiares como comunitarios.
La psicología positiva y la resiliencia
La resiliencia es muy importante en la psicología positiva. Esta psicología es aquella que considera los problemas como desafíos en el día a día. Y la capacidad de respuesta que ofrecen las personas a esos desafíos es precisamente la resiliencia. Como hemos adelantado unas líneas más arriba hay ciertos elementos que afectan a la capacidad de las personas para afrontar los problemas.
- La educación que recibimos.
- El contexto familiar en el que nos criamos.
- El contexto social y el entorno que nos rodea.
- La autoestima que tenemos. Según los expertos cuanto mayor sea la autoestima de la persona, más capacidad tendrá para afrontar las situaciones complicadas y poder superarlas.
¿Cómo educar la resiliencia?
Como la resiliencia va asociada a la autoestima, es importante que desde niños esta se desarrolle adecuadamente. Cuando tenemos una buena autoestima las personas somos capaces de convertir las malas rachas en algo bueno. O si no es bueno, por lo menos en algo que nos permite aprender y mejorar como personas.
Sin embargo, aquellas personas con una autoestima más baja no son capaces de hacer esto. Y la consecuencia es que terminan siendo arrastradas por los problemas. Al no ser capaces de superarlos se hunden con ellos.
De ahí la importancia tan grande que tiene generar una alta autoestima en las personas desde que somos pequeños. De esta manera, cuando la vida se complique y haya que hacer frente a los problemas, sabremos hacerlo mucho mejor y sin hundirnos con ellos.
Nada mejor para educar la resiliencia que hacer que nuestros hijos sean felices. Y el deber de los padres es ofrecer las herramientas necesarias a sus pequeños para que sean capaces de hacer frente a los problemas de manera positiva. Un niño tendrá una gran resiliencia si recibe de su entorno:
- Optimismo.
- Comprensión.
- Afecto.
- Felicidad y buen humor.
- Ayuda para que ellos sean capaces de confiar en sí mismos y en sus capacidades.
Sin embargo, si un niño se siente incomprendido, es maltratado o no recibe ayuda para saber cómo solucionar sus problemas, carecerá de capacidad para poder hacer frente a las adversidades en un futuro no muy lejano.
Hábitos de las personas con mucha resiliencia
Aunque provengamos de un entorno complicado y de niños no se nos haya preparado adecuadamente, podemos ser personas resilientes. Solo es necesario aprender una serie de conceptos básicos que deberemos de comenzar a aplicar.
Recuerda que no se nace con resiliencia, sino que es una capacidad que vamos aprendiendo con el paso del tiempo. Nunca es tarde para saber cómo gestionar los problemas y los baches a los que nos va a enfrentar la vida.
- Aumentar nuestra creatividad. El pensamiento creativo es muy importante para ser capaces de afrontar los problemas. Si no buscamos alternativas no encontramos soluciones. Y la creatividad nos ayuda precisamente ofreciéndonos puntos de vista diferentes para solucionar los problemas. Piensa que si tu vida ha sido golpeada fuertemente, no servirá de nada intentar reconstruirla para que vuelva a ser igual. Debemos de aprender una lección de lo que nos ha pasado y convertirlo en algo útil y que nos ayude a encontrar la felicidad.
- Todos tenemos limitaciones y potencialidades. Nada mejor que conocerse a uno mismo para ser una persona resiliente. Si sabemos cuáles son nuestros puntos débiles y cuáles son nuestros puntos fuertes, podremos mejorar y ser más felices. Al conocer nuestras fortalezas, pero también nuestras debilidades, seremos capaces de marcarnos objetivos mucho más realistas. Y no solo eso, también podemos buscar las herramientas para mejorar nuestras limitaciones.
- Las dificultades no les echan para atrás. Si quieres tener una gran resiliencia debes de crecerte con las dificultades. Nada de dejarte llevar por ellas. Debes utilizarlas para aprender y mejorar como persona. Piensa que a lo largo de nuestra vida, todos debemos de enfrentarnos a situaciones complicadas y muy dolorosas. Desde la muerte de nuestros padres a la imposibilidad de tener hijos o a la lucha de vivir en un entorno complicado. Es importante que aprendamos a sobrellevar estas situaciones y a ver más allá de ellas. Las crisis vitales son una oportunidad que nos brinda la vida para aprender. Y podemos sacar partido de ellas aunque nos resulten muy dolorosas. Piensa que todo lo malo no dura eternamente, y que aunque pases una racha complicada pronto mejorarán las cosas. Y tú tienes la capacidad y las herramientas para lograr que esto suceda.
- No intentes controlarlo todo. Si eres una persona muy controladora, sin duda sufres en exceso cuando se te escapan de las manos las cosas. La resiliencia te da la capacidad de afrontar los vaivenes y los cambios. No intentes tenerlo todo siempre bien atado. Piensa que no es posible controlarlo absolutamente todo y que debemos de ser flexibles. Puedes adaptarte a los cambios y convivir con ellos sin que estos te lleven por delante. Valora siempre diferentes alternativas para hacer frente a la vida. Este consejo no solo ten vendrá bien ante las situaciones más demoledoras a las que te tengas que enfrentar. Es útil incluso para las pequeñas cosas que conforman el día a día. ¿Quién te dice que detrás de una cita desastrosa no encuentres a un nuevo amigo para toda la vida?
- Tener claras nuestras metas. Que una persona resiliente sea capaz de flexibilizar sus objetivos no implica que deba de abandonar sus metas. Simplemente puede buscar otros caminos para llegar donde quiera. Una persona con un alto nivel de resiliencia es un luchador nato. Es capaz de seguir adelante a pesar de que las cosas se tuerzan. Esto no implica que todas las metas sean alcanzables ni que todos los objetivos que nos marcamos en la vida sean posibles. También hemos de ser conscientes de que en ocasiones no conseguiremos todo lo que nos propongamos. Sin embargo, habremos aprendido muchas cosas sobre nosotros y lo que nos rodea en el camino. Y este aprendizaje nos dará la oportunidad de marcarnos nuevas metas en nuestra vida.
- Tener siempre una sonrisa preparada ante la adversidad. Sin duda una de las características más admirables de las personas con una alta resiliencia es la capacidad de reírse ante sus propias desgracias. El humor es una vía de escape adecuada para hacer que los problemas resulten menos dolorosos. Gracias a la risa conseguimos mantenernos optimistas y hacer frente a los problemas. Al afrontarlos desde un punto de vista positivo las soluciones que aparecen también lo son. Si todas las desgracias las vadeamos desde la tristeza sin duda solo conseguiremos hundirnos poco a poco en nuestras desdichas.
- Aunque seas positivo, no dejes de ser objetivo. Nunca hemos de olvidar nuestras virtudes y nuestras debilidades. Tanto para aprender de ellas como para crecer. Eso precisamente es lo que significa ser objetivo. Tenemos que ser conscientes de la realidad. Pero nada nos impide poder afrontarlo desde un prisma positivo. De esta manera será más sencillo hallar soluciones a todos los problemas. Desde los más cotidianos a las pruebas más duras a las que nos enfrentará la vida a lo largo de los años.
- Rodearse, siempre, de personas positivas. Nada mejor para aumentar nuestra resiliencia que tener a nuestro alrededor personas muy positivas. Puede que tú todavía no sepas cómo mantener una actitud positiva ante la vida, pero tus amistades pueden ser increíbles maestros de los que aprender gran cantidad de cosas. Intenta rodearte siempre de personas positivas y alejar de tu vida a aquellos que chupan la energía si no eres capaz de ayudarles. Un buen círculo de personas felices es capaz de dar apoyo a todo un grupo.
- Vivir el presente y no tener miedo del futuro. Las personas resilientes no se quedan atascadas en el pasado. El pasado, pasado está y ya no puede cambiarse. Lo que sucedió anteriormente nos ha ayudado a formarnos como personas y es lo que debemos de tener presente. Las personas resilientes son capaces de vivir el aquí y el ahora y sacar el máximo provecho de sus experiencias diarias. Además no temen al futuro y disfrutan de los retos que les va poniendo la vida cada día. Otra de las virtudes de las personas resilientes es que siguen siendo capaces de sorprenderse ante una bonita puesta de sol o ante cosas que todavía no conocen. La capacidad de sorpresa de los niños sigue patente en ellos.
- No dudes en recibir apoyo de un profesional. No siempre seremos capaces de afrontar por nosotros mismos todos los problemas. A veces podemos carecer de las herramientas necesarias para saber cómo hacerlo. En estos casos no hay nada mejor que pedir ayuda a nuestro entorno. Hoy en día existen grandes profesionales capaces de darnos las herramientas que precisamos para hacer frente a cualquier tipo de baches. Las personas resilientes comprenden fácilmente esta realidad y no les importa pedir ayuda cuando la necesitan. Pronto aprenderás nuevas técnicas que te permitirán afrontar problemas inesperados.
¿La resiliencia se aplica a otros ámbitos?
Efectivamente, así es. El término resiliencia también se asocia a la ecología. Está directamente relacionado con la capacidad de las diferentes comunidades para adaptarse a los cambios y superar las adversidades. Esta capacidad les permite superar los cambios que se van dando en el medio sin modificar la forma de interactuar.
Consideramos que un ecosistema tiene una gran capacidad de resiliencia si está compuesto por una enorme cantidad de especies con las que es capaz de hacer frente a las perturbaciones del entorno que se van desarrollando con los años.
Esperamos que este artículo te sirva para comprender mejor la resiliencia y te ayude a alcanzarla. Plantéate un nuevo objetivo para mañana. Y otro para el día siguiente: ser resiliente. Pronto serás capaz hacer frente a las adversidades con otro punto de vista. Recuerda que no hay mal que por bien no venga y que de las cosas malas sacamos lecciones vitales. La felicidad está a un tiro de piedra.