Sodomía – Todo lo que has que saber sobre la Sodomía
Contenido del Artículo
El origen de la Sodomía
Es un término nacido dentro del entorno religioso, ya que en la antigüedad a pesar de que también existían el amor y la atracción entre personas del mismo sexo, estaba muy mal visto y se consideraba una auténtica aberración humana. En concreto uno de los comportamientos que eran más señalados como anormales y sucios, eran las prácticas sexuales anales, a lo que bautizaron con el nombre de “Sodomía”. A lo largo de los años se recogen en numerosos relatos, la curiosidad por parte del género masculino de penetrar a otra persona, en este caso por la parte trasera, y este deseo en gran parte lo incentivan los glúteos, ya que son una zona carnosa y voluptuosa que a muchos les excita tocar, ya que eran un terrero completamente desconocido para ellos lo que aún les interesaba más. Sin embargo, la parte negativa de llevar a cabo este acto es que, en el caso de la mujer no provoca ningún efecto realmente placentero, pues solo es en la zona de la vagina y el clítoris donde son capaces de sentir excitación y llegar al orgasmo.
Este nuevo termino nació en Italia y lo dividieron en dos clases:
- Imperfecta: Así se denominaba al sexo oral u anal que se daba entre dos hombres o dos mujeres.
- Perfecta: Hacía referencia al sexo de tipo anal u oral que se practicaba entre un hombre y una mujer.
Su historia en el tiempo
En la época del medievo la iglesia dominaba muchos ámbitos de la vida en general de cualquier persona, incluso se inmiscuían en temas íntimos como lo eran las relaciones sexuales, su palabra era similar a la ley y todo lo que decían era el modelo a seguir por todos los cristianos que tuvieran fe en Dios, que eran la gran mayoría. No estaba bien visto el apetito sexual, de hecho, consideraban que aquel que lo sentía estaba completamente enfermo y les aconsejaban hacerse limpias de sangre, en las mujeres se les hacía en la vagina y en los hombres en las piernas, pues era una manera de hacer desaparecer ese deseo sexual que en algún momento pudieran llegar a sentir.
El sexo solo se veía con buenos ojos si su finalidad era la de traer más seres humanos al mundo, fuera de ello no podía existir el simple acto sexual por el mero placer y disfrute.
Con el paso de los siglos, en concreto en la época clásica, la práctica de la Sodomía era condenada con mucha crueldad, pues si la iglesia se enteraba de que se llevaba a cabo en cualquier rincón de la ciudad, inmediatamente se arrestaba a la persona y se la atribuían penas que conllevaban la mutilación de alguna de las partes de su cuerpo, ser quemadas por el fuego de las hogueras de las calles, ser ahorcados, o directamente la muerte. Dentro de estos posibles castigos entraban tanto los homosexuales como las lesbianas, pues solo el sexo por la vagina entre un hombre y una mujer era aceptable y respetado.
Ya en la inquisición donde el poder de los curas y sacerdotes era aún mayor, se catalogaba a aquellos que practicaban la sodomía como pecadores similares a los extranjeros que iban a conquistar sus territorios, se le desplazaba a un lugar oscuro y se les avergonzaba denominándolos como una especie que iba en contra de la naturaleza. De hecho, la iglesia se adentró en terrenos tan fuertes como establecer que sus devotos solo podían realizar los actos sexuales en una única posición, en este caso la postura en la que ambas partes se veían cara a cara, o en la que podían permanecer uno encima del otro, pero siempre de frente y nunca por detrás.
En las épocas de guerras, la manera que tenían de humillar y pisotear públicamente la imagen de un sodomita era obligándoles a mantener relaciones sexuales con la parte ganadora, es decir, los vencedores llevaban a cabo esa práctica pues estaba aprobada por la iglesia y por el resto del pueblo que lo acabaron convirtiendo en un hecho de lo más común. El objetivo de esa violación involuntaria entre vencedores y derrotados era reivindicar al hombre como macho y aplastar la idea de que actuaran como mujeres, reivindicando así una vez más que el sexo anal era lo más bajo que se podía hacer, pues cuando practicaban sexo anal, dejaban de pertenecer al sexo fuerte con el que se reconocía a los hombres, para pasar a ser el sexo débil que era como se veía a la mujer.
Nadie de los altos cargos eclesiásticos podía consentir que existieran esa clase de hombres, a los que tenían por inhumanos y carentes de cordura mental, por eso se trataba de reconducirlos utilizando todo tipo de torturas y salvajadas, tratando de quitarles ese deseo por los de su mismo sexo e intentando que se fijaran solo en mujeres. La mayoría de las veces estos actos no servían para cambiar la conducta sexual del hombre, como era evidente, por lo que tendían a huir o esconderse para no ser encontrados, sin embargo no todos corrían con la suerte de quedar a salvo para poder ser tal como eran delante de la gente, muchos mostraban una personalidad diferente aparentando ser varoniles aunque en realidad fueran homosexuales, porque sabían de las consecuencias que podían sufrir, tanto por parte de la iglesia como de la gente de su alrededor.
Sodoma y Gomorra.
Conocida es la historia añeja que recoge la Biblia acerca de dos ciudades, Sodoma y Gomorra. De Sodoma se desconoce con exactitud hasta el día de hoy su posicionamiento real, pero se dice que quedaba muy próxima al Mar Muerto, Gomorra por su parte se sitúa en Jordán.
Por su parte Lot acompañante de Abraham, se enfrentó sin este en una guerra con algunos de los reinos cercanos a estos dos pueblos, siendo derrotado por ellos y permaneciendo preso, tiempo después Abraham fue a su rescate consiguiendo liberarles junto a sus hombres. Lot tomó la decisión de visitar Sodoma, teniendo conocimiento de su mala fama, pues era vox populi las maldades a las que se dedicaban sus habitantes. Una noche Lot recibió en la casa en la que se alojaba la visita de dos ángeles que llegaban con buena fe en nombre de Dios, hospedándose posteriormente en ella, sin embargo, ese mismo día se encontraron con el rechazo de los habitantes de Sodoma quienes se agolparon delante de su casa pidiendo a Lot que les dejara ver a sus nuevos inquilinos para poder hacer lo que hacían con el resto de forasteros que llegaban al pueblo, que era violarles sin ningún tipo de remordimiento. Pero Lot no quería que tal abuso se produjera, pues tenía mucho respeto hacia sus invitados, y en su lugar dio la opción a los habitantes de que fueran sus dos hijas que aún permanecían vírgenes las que recibieran el abuso, para que se pudieran desfogar con ellas. A pesar de tal ofrecimiento ninguno de los Sodomitas aceptó la propuesta y enfadados intentaron entrar en la casa por la fuerza, pegando patadas a la puerta, por suerte los ángeles se valieron de sus artes para conseguir provocarles una ceguera que les impidiera ver tanto a Lot y a su familia como a ellos mismos. A continuación, su consejo fue que inmediatamente abandonaran la casa y por supuesto la ciudad, advirtiéndoles de una cosa muy importante que es que no debían en ningún caso volver allí ni tampoco mirar hacia atrás pues si lo hacían se convertirían en estatuas hechas de sal.
Tras su huida, Dios se encargó de arrasar y fulminar cada rincón de esa maldita ciudad y la vida de todos sus habitantes, por lo que hizo que una tormenta de fuego acompañada de agua y azufre, quemara por completo todo el terreno, terminando así con las maldades y las aberraciones a las que sus habitantes carentes de cordura estaban más que habituados, pues todo aquel forastero que se atreviera a pisar su ciudad no se librara de sus abusos.
La mala suerte la corrió su mujer quién no pudo evitar la curiosidad, a pesar de la advertencia de los ángeles y sin poder evitarlo miró hacia detrás para ver cómo ocurría tal acontecimiento, sin embargo, antes de ni siquiera poder llegar a observarlo se convirtió en estatua de sal.
¿Avance en el pensamiento o no?
Los tiempos parecen haber pasado pero los pensamientos aún permanecen algo estáticos, respecto a la opinión que se guarda respecto a la sodomía. Aún hoy en día tiene un halo negativo a su alrededor que no acaba de desaparecer para mucha gente, sobre todo para los más creyentes y católicos quiénes consideran que al practicarlo se está deshonrando al matrimonio y todo lo que este conlleva, además de creer firmemente que si se practica se recibirá de una u otra forma un castigo por parte de Dios. Esta clase de gente opina que la sodomía es una manera de contaminar cualquier tipo de relación amorosa y sobre todo las uniones matrimoniales. Lo mismo ocurre con los homosexuales o las lesbianas quién siguen sin ser del todo aceptadas, ni mucho menos las maneras que tienen de mantener sexo, que se alejan de lo convencional y lo que se considera apropiado. Incluso habiendo sido aceptado su matrimonio por la propia iglesia, por lo que su consumación la cual aparece como uno de los deberes, también se acepta desde el momento en que se celebra la boda. Todo ello no ha servido para que las críticas sigan muy vivas y sigan sin ser del todo bien vistos.
A pesar de este tipo de pensamientos tan anticuados, los tiempos han avanzado y las cadenas que mantenían estrechamente unidos a la religión y la política con la sociedad, han terminado, al menos en lo que se refiere a estos términos. Ya nadie tiene derecho a decidir cómo otros deben llevar a cabo sus relaciones sexuales, por mucho que esté en un status o nivel jerárquico superior, el sexo es un tema que pertenece a la vida íntima de cada persona y en la que nadie tiene derecho de decidir, salvo la propia persona, así como tampoco merecen recibir ningún tipo de castigo o humillación si su orientación sexual es diferente, en este caso los homosexuales tanto hombres como mujeres, gozan de total libertad para ejercer todo tipo de actos sexuales, incluida la sodomía si así lo desean o lo sienten.
Las movilizaciones y los colectivos que existen, como apoyo a esta causa, no cesan y siguen defendiendo que nadie tiene derecho a ofender o a recriminar nada en lo relativo a la vida o la orientación sexual de las personas. Y que lo que realmente debería ser condenado y señalado con el apoyo de la ley son todo este tipo de actos denigrantes