Cómo evitar la epicondilitis en el pádel
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Cada vez son más las personas que se encuentran interesadas en aprender a jugar a pádel, un deporte que está en pleno auge. Sin embargo, más allá de conocer cómo hacer un buen servicio o un golpe de revés, conviene tener información acerca de un problema que se da con cierta frecuencia, que es el popularmente conocido como «codo de tenista». Por este motivo, te vamos a explicar cómo evitar la epicondilitis en el pádel a través de una serie de consejos.
La práctica del pádel aporta muchos beneficios para la salud tanto física como mental, pero también puede llevarnos a sufrir distintos problemas, como es el caso de la epicondilitis, una de las dolencias más frecuentes y que puede llegar a suponer un impedimento para disfrutar de este deporte.
¿Qué es la epicondilitis?
La epicondilitis, popularmente conocida como «codo de tenista«, es la molestia que se da con mayor frecuencia en aquellas personas que practican un deporte de raqueta, como es el tenis o el pádel. Se trata de la inserción a nivel del codo de los músculos flexores dorsales de la mano, dicho de otra manera, una inserción del tendón en el hueso. Esto provoca que sea complicado el golpeo de la pelota de revés a una mano sin que se presente dolor.
Aunque es habitual que hablemos de este problema en estos deportes, también se da en aquellas personas que limpian ventanas, ya que son profesionales que acostumbran a presentar problemas de codo por esos movimientos repetitivos.
Causas de la epicondilitis al jugar a pádel
Existen diferentes causas que pueden provocar problemas de epicondilitis, siendo las principales las siguientes :
- Mala elección de pala de pádel. A menudo se escoge la pala de pádel atendiendo a motivos estéticos u otras razones, siendo esto un claro error, ya que, por ejemplo, si no eres un jugador experimentado, será preferible que evites palas con un balance alto, ya que podría provocarte una lesión. De igual manera, lo más recomendable es que pruebes siempre la pala antes de comprarla, y que busques aquellas que se ha podido comprobar que son mejores para evitar dolores en el codo.
- Jugar con una sola mano. Jugar con una sola mano es más habitual de lo que puedas llegar a pensar, siendo este un error muy importante, ya que la mano que no coge la pala no debería estar parada, sino que debe servir para apoyar la pala y liberar de tensión a la dominante, evitando así lesiones.
- Tensión de la mano. La tensión que se aplica sobre la mano cuando se tiene la pala cogida puede llevar a sufrir molestias de epicondilitis.
Cómo evitar la epicondilitis en el pádel
Una vez conocidas las diferentes causas que pueden llegar a provocar que la sufras, conviene conocer los consejos y recomendaciones a seguir para que conozcas cómo evitar la epicondilitis en el pádel:
- No uses una pala de pádel con el balance alto. Aquellas palas que tienen un balance hacia la cabeza es preferible que sea utilizada por aquellas personas que son expertas y sepan bien como coger la pala y cómo acompañar los movimientos con la otra mano. El peso de la pala hacia la cabeza puede derivar en la necesidad de tener que hacer un esfuerzo adicional con el brazo para sostener la pala, y con el paso del tiempo, ese esfuerzo extra puede derivar en sufrir un problema de «codo de tenista».
- Juega sin tensión. La tensión es uno de los grandes enemigos a la hora de jugar a cualquier deporte, y esto también influye en el mundo del pádel. Si jugas relajado y sin tensiones será menos probable que sufras lesiones, y además, te ayudará a jugar mejor.
- Usa las dos manos. A la hora de jugar al pádel, la mano que no sujeta la pala es fundamental para equilibrar la fuerza ejercida por la mano dominante. Por lo tanto, para evitar lesiones, usa las dos manos.
Cómo tratar la epicondilitis
Una vez que una persona sufre de epicondilitis, en función de la gravedad de su caso en particular tendrá que afrontar el problema de una manera u otra, siempre determinado por un especialista.
En primer lugar es habitual que se opte por la toma de antiinflamatorios no esteroideos por vía oral o tópica, así como reposo del codo, reduciendo aquellas actividades que provocan el dolor, así como la propia intensidad y duración del ejercicio. También se recurrirá a la fisioterapia, con la aplicación de calor local, masajes, ondas de choque, ultrasonidos, y otras técnicas y ejercicios.
Dado los casos de mayor gravedad en los que estos procedimientos no surjan efecto, se podría tener que recurrir a infiltraciones o inyecciones locales de corticoides, ya sea con o sin anestesia, e incluso llevar a limitar los movimientos o actividades que provocan la epicondilitis. No obstante, en la mayoría de las ocasiones no será necesario llegar a este extremo.